Defensor de los derechos humanos y del territorio.

(Colombia)

 

El Contexto

Stranler López es el representante legal del Consejo Comunitario1 Local de San Miguel, corregimiento del municipio del Medio San Juan, en el departamento del Chocó.

El Consejo Comunitario de San Miguel hace parte del consejo general del San Juan -ACADESAN. Este es el consejo mayor al cual pertenecen 72 comunidades afrodescendientes de los municipios de Litoral, San Juan, Sipí, Istmina, Medio San Juan y Nóvita (parte Baja)

Desde finales del 2017, tras las exigencias de algunos líderes y lideresas sociales de la zona del Medio y Bajo San Juan, que solicitaban el respeto por el derecho a la vida de la población civil, en la región se mantuvo un clima que permitió a las comunidades vivir en relativa paz por que existía un Pacto Operativo entre la guerrilla de ELN y el grupo paramilitar Autodefensas Gaitanistas de Colombia (AGC) por el control del territorio y las economías legales e ilegales.

Pero tras el quebrantamiento del pacto a mediados del 2021, se ha generado una grave crisis humanitaria. Debido a esta situación el defensor se ha articulado a la Red de Derechos Humanos del Pacífico Colombiano – REDHHHPAC, para poder visibilizar y denunciar los desplazamientos forzados y confinamientos que han vivido las comunidades; las amenazas y hostigamiento de las que han sido víctimas las y los líderes sociales y personas que defienden los derechos humanos.

Debido a su posición geoestratégica y a que el mismo río que comunica a unas comunidades con otras, también lleva al mar; la red de flujos naturales de agua que une a los pueblos ha sido usada por diferentes actores armados como un corredor por el que se trafican distintos tipos de contrabando. Y es en parte la razón por la cual estos diferentes actores armados se pelean el control de la zona.

El departamento del Chocó vive un incremento de la violencia debido a la reacomodación de los grupos paramilitares, que están disputando entre sí el control del río San Juan como ruta del narcotráfico y desarrollar actividades de explotación de los recursos naturales. De esta forma condenan a las comunidades a vivir confinamientos y situaciones de desabastecimiento de alimentos y la vulneración de sus derechos fundamentales.

 

Historia de vida

Su historia empieza en la vereda de San Miguel, a la orilla del río San Juan, el curso del cual comunica a varias comunidades del departamento del Chocó, al mismo tiempo que mueve la vida de quienes habitan las riberas, por lo cual el lugar en el cual han hecho la vida después de ser sometidos al despojo, el desarraigo y la esclavitud de sus ancestros. Esta vereda, es también el lugar en que han ido forjando la libertad. De forma que el trabajo por su comunidad es una cosa que le viene en la sangre.

A sus siete años ya se había unido a la Infancia Misionera, una iniciativa de la iglesia católica con la que buscan incluir a los niños y niñas en actividades de la congregación y en favor de la comunidad. Conforme crecía fue participando de otros espacios comunitarios, entre ellos, asumió la presidencia del comité de deportes de San Miguel, desde el que, junto con los delegados de las otras comunidades, promovía la creación de espacios de encuentro entre las y los jóvenes de diferentes poblaciones ribereñas.

A la edad de 21 años Stranler López terminó sus estudios de secundaria y regresó a su región para iniciar su trabajo con las y los jóvenes para fomentar la permanencia en el territorio, procesos educativos para recuperar la cultura ancestral y la defensa de los derechos humanos.

Desde el año 2014 hace parte del Coordinador Nacional Agrario (CNA). Este proceso nace en 1997 con el objetivo de avanzar en la coordinación de iniciativas agrarias, como el reconocimiento del campesinado como sujeto social y político, la soberanía agroalimentaria y la permanencia en los territorios, entre otros.

La región de la que viene es rica en muchos sentidos: cultural y ancestralmente, como corredor de comunicación pluvial, en recursos mineros, en recursos madereros, hídricos y como ecosistema, entre otros. A pesar de esa riqueza las comunidades que habitan la región han vivido históricamente el abandono del Estado, cuya única representación en algunas zonas es de carácter militar.

Y en medio de todo, están las comunidades. Tal es la complejidad de lo que han tenido que vivir que mucho de lo que pasa en las regiones no puede ser contado por temor a las represalias. Entre la pobreza; las fumigaciones con glifosato, que generan muertes y enfermedades; los problemas provenientes del modelo minero a gran escala para la explotación del territorio, los intereses de estructuras armadas por los recursos; el desplazamiento forzado, y el abandono del Estado; las comunidades se dan a la tarea de resistir el día a día, y resistir es guardar la vida, pero también las raíces.

Incluso cuando han debido salir de sus territorios en diferentes tiempos y circunstancias, han regresado. Misma razón por la que con sus manos han ido levantando casas, la escuela, el centro de salud, el centro comunitario, la funeraria, de la misma forma que se han tendido los puentes que hacían falta.

En otras palabras, la historia de Stranler y de su comunidad es una historia de sobrevivencia, pero sobre todo de resistencia ante la imposición del silencio y la muerte, es una historia marcada por la valentía de tomar la palabra y de contar lo que les ocurre desde sus propias voces, ir construyendo una historia propia. En este camino han ido formando diferentes espacios de trabajo que responden a preocupaciones de la comunidad: la recuperación de las semillas y las formas ancestrales de siembra y medicina; los peinados ancestrales; la chirimía, práctica ancestral de la música y el baile o la recuperación de la misma forma de despedirse de los muertos con el canto de los alabaos.

Con el paso del tiempo se han ido encontrando con otras comunidades y espacios organizativos cuyas preocupaciones son similares y han encontrado formas de unir esfuerzos que permitan construir de manera autónoma, la vida digna, la que se les niega a las mayorías empobrecidas. Es así como se plantean formas de gobernanza propia desde las cuales proteger a la colectividad, como los Consejos Comunitarios de las personas afrodescendientes que son reconocidos legalmente, o la Guardia Cimarrona2[i] y su trabajo aliado con las guardias indígenas y campesinas, es una expresión de esta forma de pensarse en un mundo desde la justicia y la resistencia no violenta.

Un ejemplo de mecanismos de protección frente a la violencia y tratar de garantizar la permanencia en el territorio son los proyectos que adelantan para habilitar espacios “seguros” en el propio territorio. Son refugios humanitarios para acoger, en principio temporalmente, a comunidades desplazadas en tanto no puedan regresar a sus veredas.

Dada la situación de violencia que se vive en los 2 últimos años, como Consejo Comunitario Local de San Miguel, como autoridad de autogobierno, han conseguido instalar un albergue para recibir a personas desplazadas de otras comunidades más pequeñas. Ahora están en proceso de fortalecer este albergue y dotarlo de infraestructuras y medios para una atención adecuada a las personas que llegan víctimas del desplazamiento, y que en ocasiones han perdido todos sus bienes y formas de vida. No cuentan con los medios más básicos en temas de salud: ni enfermería ni promotora de salud, lo que supone un grave problema, pues para llegar al centro de salud más cercano deben desplazarse por el río en un viaje de hasta más de dos horas y media, dependiendo de las condiciones del río y de la lancha de que se disponga. La comunidad está trabajando y movilizándose frente a la alcaldía y la municipalidad para conseguir atención sanitaria.

En la cabecera municipal, han conseguido terreno para construir un albergue más amplio, que pueda ser utilizado como refugio humanitario en caso de desplazamiento, para poder atender a su tanto a su propia comunidad como a otras.

 

[i]1. La Guardia Cimarrona es un mecanismo de autocuidado y protección de la ancestralidad, para defensa del territorio, con el fin, de mantener la autonomía en los Consejos Comunitarios del pueblo Afrocolombiano.

  1. Los Consejos Comunitarios son la autoridad étnica encargada de administrar los Territorios Colectivos de las comunidades negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras. Son una organización reconocida por autoridades públicas nacionales y por entidades internacionales.